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Me niego a aceptar mi realidad

Personalmente tengo una filosofía; si te peleas el mismo día con más de dos personas, el problema no son los demás, soy yo. Pero hoy, es la excepción a esa regla, hoy no aplica. Estos últimos días he estado peleando con mis seres queridos más cercanos, ¿Por qué? No lo sé, solo sé que yo tengo la culpa porque soy como soy y eso no me permite ser feliz.

¿Cómo soy? Soy extremadamente perfeccionistas, espero mucho de los demás, soy directa y competitiva y siempre quiero más. Así soy… me la paso diciéndole a los demás que otra cosa no hicieron bien o que pudieron haberla hecho mejor… pero… así crecí, escuchando exigencias sobre mi persona y lo único que hacía era tomarlas como y de quien venían y tratar de mejorar, pero resulta que eso tampoco está bien. Las personas somos imperfectas y está permitido equivocarnos una y otra vez, sobre todo si soy pequeñeces de la vida como no arreglar bien algo, nimiedades sin importancia… que solo me afectan a mí porque soy una perfeccionista.

A que descompuesta estoy, mis pocas áreas de oportunidad (sarcasmo) son tan intrínsecas que -repito- no me dejan ser feliz. ¿Qué es esto que estoy viviendo? Acaso es un punto de quiebre o de colapso al cual me dirigí voluntariamente al dejar un trabajo que me hacía infeliz para dedicarme a gestar un proyecto el cual la decidía y yo misma no han permitido iniciar. ¿Acaso es esta es la mencionada y popular crisis de los 30? No quiero averiguarlo, pero inevitablemente lo haré…

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Te libero de mí

“Te libero de mí, de mis males, de mi malgenio, de los domingos por la tarde en donde nunca puedo más, del odio a mis cumpleaños, de no saber cómo hacer para regalarte algo que no pierdas.  Te libero de mi desengaño, de tu karma, de mis novedades, de la contradicción que represento. Te libero de mis llamadas que te saben a autocompasión, de mis enredos, de mi cabello suelto, largo, sin peinar.  Te libero de mi consciencia, del desconcierto a fin de mes, de la caída, de la llegada, de mi huida inevitable. Te dejo libre para que me dejes, para que me veas de lejos y me quieras, menos.” — Mario Benedetti